Desde hace años se ha sabido que la población de reclusos en América Latina y el Caribe ha aumentado, haciendo que el sistema penitenciario de dichos países colapse. Esta sobrepoblación en las cárceles crea que el propósito de estas, la reinserción social, se vea interrumpida.
El equipo de Expedientes visitó algunas cárceles del país en 2017, pero este año decidieron volver a visitar estos lugares para saber si la situación había cambiado para los privados de libertad. Especialmente por el tema de la pandemia.
Luis Escobar, director general del Sistema Penitenciario, indicó que originalmente se tenían 50 vehículos para transportar privados de libertad, pero al no destinárseles recursos, la cantidad de vehículos útiles se redujo a seis. Y ahora, son los propios trabajadores quienes financian su mantenimiento.
Otros problemas de los traslados es que son mixtos, y muchas privadas han sufrido abusos o acosos, los cuales no llegan a ser denunciados.
No son solo los reos, quienes ven la precariedad en el sistema penitenciario, son los mismos empleados, quienes aseguran que la institución está completamente abandonada. Señalan que durante el tiempo que deben trabajar las instalaciones no son adecuadas, en muchas ocasiones no tiene agua y hay plagas de animales como chinches, deben comprar su comida, así como los uniformes.
Expedientes visitó la cárcel de Pavón y el centro de rehabilitación Pavoncito, y se vio cómo muchos de estos privados de libertad han aprendido un oficio con la intención de reinsertarse a la sociedad, mientras que otros han perdido las esperanzas y prefieren continuar viviendo sin ser útiles a la sociedad.