En los últimos días Maradona, su familia y su círculo más cercano buscaron la forma de cuidarlo para que volviera a la normalidad, pues su estado de ánimo no era el mismo.
Tras dos semanas en la casa de San Andrés de Tigre, Maradona pasó del entusiasmo por su recuperación, a un nuevo estado anímico. Sus ganas de “tomarse una vacaciones” se hacían intensas.
¿Qué harían ustedes si fueran Maradona?, fue la pregunta que el astro dirigió a su círculo íntimo, después de su operación. Uno de sus interlocutores le respondió: “No me gustaría ser Maradona ni un minuto”. Entonces, el “10” ofreció una media sonrisa y replicó: “¿Viste?, eso me pasa todos los días. Estoy cansado, me gustaría tomarme vacaciones de Maradona”.
Las primeras horas en su nueva casa, quienes lo frecuentaban aseguran que se mostraba “supermotivado”, con ganas de reponerse, de estar cerca de sus seres queridos y, la idea de volver al banco de Gimnasia de La Plata, lo motivaba mucho.
Rodeado de su familia, el astro tuvo sesiones con el psicólogo y el psiquiatra, además de recibir atención médica las 24 horas.
Su médico personal, Leopoldo Luque, chequeaba su evolución dos veces por semana. Sin embargo, con el correr de los días, lo notó menos animado.
Diego miraba partidos y tuvo contacto con su ayudante de campo en gimnasia, pero empezó a pasar mucho tiempo en su habitación.
Desde las semanas previas a ser internado, en el umbral de su cumpleaños 60, las imágenes de doña “Tota” y “Chitoro”, sus papás, se habían hecho recurrentes. “Cada vez que hablaba de ellos, se ponía a llorar, como cuando asumió en Gimnasia. Los extrañaba mucho”, resaltó la misma persona.
El último fin de semana, el excapitán de la Selección argentina se hallaba en su cuarto y no salía. El médico entonces, determinó que el “10” necesitaba de su principal motivación: trabajar.
Para que volviera a su rol como entrenador de gimnasia faltaban definir varios pasos: el cómo, el cuándo, y que contara con la autorización de la familia, que desde el episodio del hematoma que encendió las alarmas, tomó el control de las decisiones. El equipo que lo trataba lo imaginaba como algo paulatino, pero veían necesario ponerle carnada al anzuelo, “reinsertarlo en una vida normal”.
Cuando se esperaba su pronta recuperación, llegó lo inesperado. El miércoles 25 de noviembre, Maradona dejó este mundo para transformarse en leyenda.
La versión oficial señala que la última persona que lo vio con vida fue su sobrino, la noche del 24 de noviembre.
La autopsia preliminar determinó que Diego sufrió una insuficiencia cardíaca aguda, siendo un paciente con una miocardiopatía dilatada, insuficiencia cardíaca congestiva crónica, que generó edema agudo de pulmón.
Fue así como, solo en su habitación, el futbolista leyenda sobre el que se posaban los ojos del mundo, encontró la paz.
Fuente: infobae.com