Chris Atoki, es un joven de Estados Unidos, quien a través de redes sociales se dio a conocer tras contar cómo pasó de vivir en la calle a conseguir comprar una casa en cuatro años.
“Hace unos cinco años trabajaba a tiempo completo en un almacén e iba a la universidad a tiempo completo”, relata Atoki. También recuerda que le entregaba a su madre la mitad de su sueldo. Y recuerda que su esfuerzo iba desde levantarse a las 07:00 e ir a clases hasta las 15:00 horas. Al regresar tomaba una siesta de dos horas e iba a trabajar desde las 17:00 hasta las 05:00 del día siguiente. Al regreso tomaba otra siesta, y la rutina se repetía.
El joven creía que todo marchaba bien, hasta que comenzaron a reducirle las horas en el trabajo y, finalmente, lo despidieron. Con 18 años y sin el apoyo de sus padres, se vio obligado a abandonar la escuela y tras una discusión con su madre fue obligado a abandonar su hogar.
Al inicio vivió con su abuela, pero la convivencia no funcionó. Al padre de su novia tampoco le agradó la idea de permitirle vivir con su hija. Por ello no tuvo más opción que comenzar a dormir en su automóvil.
“Tuve que quedarme en mi coche. Recuerdo el día. Estacioné frente a un supermercado. Estaba helado. Tenía menos de un dólar en mi cuenta, algo así como 83 centavos. Sin familia, amigos o dinero. Hambriento. Tenía ganas de rendirme. Lloré. Intenté dormir”, recuerda.
Durante esa noche no pudo dormir pensando en los sentimientos negativos que tenía contra su madre, su padre, su familia, el trabajo, universidad, el auto, a las personas, pero sobre todo a sí mismo.
¿Qué rumbo tomó?
Tras sentir que podría hundirse, Atoki optó por tomar las riendas de su vida. “Me di cuenta de que la única persona con la que podía contar era conmigo mismo. No sé cómo explicarlo, pero me dije a mí mismo que lucharía por mí mientras estuviera vivo. Sentí que había nacido de nuevo. Como una persona diferente. Iba a tomar la vida por las astas”, recordó.
Luego de esa noche, fue a la biblioteca y se postuló a todos los trabajos que había disponibles. Finalmente comenzó a trabajar como vendedor de colchones, su sueldo no alcanzaba para alquilar un departamento, pero él estaba contento con su logro.
Recuerda que se duchaba en un gimnasio junto a donde trabajaba, cuando trabajaba solo dormía en las camas en lugar de su automóvil. Él confiesa que aunque su vida parecía mejorar, aún no estaba satisfecho. Tomó la decisión de volver a estudiar con un préstamo estudiantil. Usaba su celular para asistir a clases mientras trabajaba. De esa forma consiguió graduarse como técnico en sistemas.
Poco antes había nacido su hijo. Obtuvo un trabajo como programador y se mudó a Filadelfia. En un año consiguió duplicar lo que había ganado el año anterior. Fue cambiando de trabajo por su experiencia y conocimientos.
“No importa dónde estés, encontrá esa motivación que te empuja a hacer las cosas mejor. No sucede de la noche a la mañana. Yo no soy especial, simplemente tomé el control de mi vida. Mi objetivo es mostrarle a la gente que, sin importar las circunstancias, los problemas pueden superarse. Soy un hombre negro de 24 años, tengo tatuajes y hace solo cuatro años no tenía hogar. Hoy soy dueño de una casa de 350.000 dólares. Si yo pude hacerlo, definitivamente, tú también puedes”, afirma.
Fuente: La Nación