Cuando Andre Temarantz tomó una fotografía de su hijo Ryder de 3 meses de edad se dio cuenta que el iris del bebé se había vuelto blanco.
“Mi marido siempre ha pensado que yo era la ‘imagen de la mamá loca’, pero míranos ahora. La detección temprana es lo más importante”.
Resultó que Ryder, quein también sufre síndrome de Down, tenía un raro -y potencialmente mortal– tipo de cáncer llamado retinoblastoma.
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Los médicos le dieron tres opciones: extirpar el ojo, tratarlo con quimioterapia o someterse a un tratamiento especializado en un hospital cercano.
Optaron por dar a Ryder el tratamiento especializado que implicó dar “una cucharadita de quimioterapia” a través de un catéter de 6 pies de largo “tan delgado como la pasta cabello de ángel”.
Ryder conservó su ojo y lo más importante su vida.
Este tratamiento ha sido utilizado en 1.600 niños.
El doctor David Abramson, quien llevó a cabo la cirugía dijo: “Este cáncer que es detectado generalmente por los padres y no por los médicos”.
“Es un cáncer muy desagradable, pero es tratable y curable”.
Añadió que la mayoría de los niños que tienen retinoblastoma son diagnosticados antes de cumplir cinco años.
fundrazr