En el departamento de Quetzaltenango, la frustración de los vecinos ante los persistentes actos delictivos alcanzó un punto crítico. Tres individuos señalados como presuntos extorsionadores se convirtieron en blanco de la ira colectiva de una turba enardecida. Los habitantes, cansados de ser víctimas de extorsiones, buscaron hacer justicia por mano propia.