Sales una noche a celebrar con tus amigos y bebes cerveza, ron o vino para divertirte. Al día siguiente, despiertas con un terrible dolor de cabeza, vómitos y náuseas. Luego llamas a tus amigos, pensando que están peor o igual que tú, pero te das cuenta que están bien y las copas no dejaron secuelas. Pero, ¿Qué pasó?
El neurólogo Pablo Irimia de la Sociedad Española de Neurología asegura que el impacto de la resaca en el organismo depende de la capacidad que tiene cada persona para metabolizar el acetaldehído (sustancia 30 veces más tóxica que el etanol), que está presente en las bebidas alcohólicas.
“Ciertos grupos étnicos —como los japoneses— tienen una capacidad genética reducida para metabolizar esta sustancia a nivel hepático y por este motivo pueden sufrir fuertes resacas tomando cantidades mucho menores de alcohol”, explica.
El experto también indica que aquellas personas que tomen fármacos, que se metabolizan en el hígado, pueden no metabolizar correctamente el acetaldehído. Eso provoca que presenten síntomas más fuertes.
Otros estudios indican que el género también puede influir. La psicóloga clínica y profesora asociada del Departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universidad de Barcelona, Gemma Prat, explica que existen datos sobre "diferencias de género en la prevalencia de resaca. Pero sí algunos que indican que las mujeres la padecen con más intensidad que los hombres, igual que los bebedores más jóvenes”.