Observar el dolor con el que familiares y amigos despidieron a la maestra Mariela y sus tres hijos, todos víctimas de la tragedia registrada, tras la caída de un bus de transporte público desde el puente Belice, ese panorama difícilmente se podría explicar con una figura literaria.
Una de las tías de la docente no pudo con el dolor y terminó desmayada a centímetros del ataúd, después de “reclamarle” aquella promesa que no podrá cumplir. “Te dije que yo me iría primero”, se le escuchó entre el llanto, como tratando de increpar al destino, antes de colapsar de tanto sufrimiento.
A poca distancia permanecía el viudo de Mariela, la maestra que vio a crecer a sus hijos con los que hoy será sepultada en el cementerio de Mixco. El hombre casi sin acción observaba como un ente cómo todos lo acompañaban a despedir a su familia entera, a quizá, su razón de cada día.