Una de las leyendas latinoamericanas más extraordinarias ocurre en una tienda de vestidos de novia de Chihuahua, México, donde se encuentra un maniquí llamado “La Pascualita”. En ese lugar, desde hace décadas hay una maniquí en el aparador que es objeto de múltiples relatos sobrenaturales.
El maniquí es llamado “La Pascualita”. Con un poco de atención, se ve que sus rasgos y detalles son escalofriantemente reales, pero esto se debe a que era una persona real.
Su historia se origina el 25 de marzo de 1930, fecha en la que Pascualita Esparza Perales de Pérez, dueña de la tienda de vestidos “La Popular” colocó en el aparador un “maniquí” que de inmediato llamó la atención de los clientes debido a su belleza.
La señora Pascualita llamó al maniquí “La Chonita”, y decía que el maniquí procedía de Francia. Sin embargo, algunos lugareños notaron la extraña similitud entre “La Chonita” y la hija recién fallecida de Pascualita.
Según esa leyenda, la hija de doña Pascualita falleció el día de su boda tras ser picada por una viuda negra (o alacrán). Pascualita estaba tan afectada por la pérdida de su hija que quiso preservar su cuerpo, por eso lo momificó y lo colocó en la vidriera de su negocio, para que pudiera ser la novia que no llegó a ser.
Tras el fallecimiento de doña Pascualita, los nuevos dueños decidieron conservar el maniquí y nombrarlo “La Pascualita”.
Actualmente, las historias alrededor de este maniquí siguen vivas. Personas aseguran haberla visto moverse, llorar o cambiar su expresión.
Y aunque a muchos les causa temor, este “maniquí” parece dar suerte a las novias. Pues relatan que quienes compran el vestido que viste Pascualita tienen suerte en sus matrimonios.