Mientras los gigantes del fútbol llegan al Mundial de Clubes con plantillas millonarias, vuelos chárter y sueldos de élite, los jugadores del Auckland City viven una realidad completamente distinta. El club neozelandés está compuesto mayoritariamente por futbolistas semi profesionales, quienes combinan los entrenamientos con trabajos comunes en Nueva Zelanda. Para muchos de ellos, disputar el torneo más importante de su vida significó pedir vacaciones, dejar de recibir salario e incluso sacrificar parte de su estabilidad económica.
El caso más representativo es el del portero Conor Tracey, quien trabaja más de 40 horas semanales en una farmacéutica. Para poder viajar al Mundial de Clubes 2025 en Estados Unidos, tuvo que solicitar vacaciones anuales combinadas con días sin goce de sueldo. “Sufriré un poco con el alquiler, las facturas y demás, pero jugar contra el Bayern, el Benfica y Boca sin duda vale la pena”, declaró. A pesar de haber recibido 10 goles, el sueño de estar frente a su ídolo, Manuel Neuer, hizo que cada sacrificio valiera la pena.
La mayoría de los jugadores del Auckland City reciben únicamente 150 dólares a la semana, lo que obliga a muchos a tener trabajos como profesores, técnicos de computación, empleados de oficina o dependientes de tienda. Aun así, el compromiso y la pasión por el fútbol los llevó hasta una competencia global donde enfrentan a clubes con estrellas internacionales y presupuestos multimillonarios.
Lejos de sentirse derrotados, los jugadores neozelandeses se muestran orgullosos de representar a su país y su comunidad, sabiendo que, aunque los resultados deportivos no los acompañen, su historia inspira al mundo. Auckland City no solo compite por un título, sino por el reconocimiento a los sueños, al esfuerzo silencioso y a la dignidad del fútbol más puro y humano.
Fotografías: EFE