"Antes de ingresar al banco oré porque no tenía dinero para concretar mi sueño", recuerda Adam Deering, un empresario británico de 39 años sobre el día, hace 18 años, en el que pidió un préstamo de 12.800 dólares para iniciar su propio negocio.
Lamentablemente, se lo negaron con el argumento de que era demasiado joven y sin experiencia. Tenía 21 años y había renunciado a su trabajo para iniciar su propio emprendimiento.
"Me senté cruzando los dedos, mientras la gerente tomó mi plan de negocios, lo revisó rápidamente y en un tono muy condescendiente dijo que era demasiado joven y sin experiencia comercial. Me sentí humillado, frustrado y triste. No tenía un plan B", dice en conversación con el sitio Ladbible.
Tenía un dinero ahorrado que le permitió arrendar una oficina desde donde comenzó el inicio de su empresa. "Pasé cuatro meses llamando a potenciales clientes sentado en el piso porque no podía permitirme un escritorio ni una silla", afirmó.
Con el tiempo su empresa se hizo rentable al punto que la vendió en 2014 por 6,4 millones de dólares. Hoy invierte en diferentes proyectos y compró el edificio en que estaba el banco que le negó el préstamo. Lo adquiró en 600 mil dólares y tiene planeado convertirlo en un edificio residencial.
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