En la década de los ’90, en Guatemala, El Salvador y Honduras se establecieron pandillas integradas por personas deportadas de Estados Unidos, durante todos estos años han conseguido proliferar debido a las extorsiones y la agobiante amenaza que representa para los trabajadores honrados.
Las extorsiones permiten a los integrantes de las pandillas comprar armas y drogas, todo ello para controlar ciertas áreas de las principales de las ciudades. Para conseguir el pago de la “renta”, como les denominan a las extorsiones, lo pandilleros investigan, vigilan y amenazan a sus víctimas, llegando a ordenar la muerte de estas si se niegan a pagar dicho dinero.
Los pandilleros, generalmente, controlan colonias en donde la mayor parte de la población vive en extrema pobreza. La razón es que esto les permite operar de manera encubierta, además de atraer a jóvenes a integrar sus grupos criminales.
Elena*, una de las víctimas de este crimen, explicó que se encuentra bajo amenazas de muerte por negarse a pagar “renta”. Ante el equipo de Expedientes, detalló cómo los pandilleros incluso la fotografiaron para hacerle saber que podían atacarla en cualquier momento.
Durante el 2022 se han desarticulado estructuras criminales que generan más de 7 millones de quetzales al año, según indica el MP.
William Ordoñez, de la Agencia Fiscal contra el Delito de Extorsión en Escuintla, explicó que la clica solicita a la persona un pago inicial, pero luego le exigen que semanalmente entregue cierta cantidad de dinero, que va desde los Q.250.00 o Q.300.00. Todo depende del tipo de negocio o servicio que preste la víctima de extorsión. Cuánto paga una persona depende del movimiento del negocio, pero eso es algo que los pandilleros estudian antes de iniciar a exigir la “renta”.
Investigadores señalaron al equipo de Expedientes que personas aprovechan del miedo que imponen las pandillas para crear sus propios grupos dedicados a imitar a extorsionistas.
Agobio que producen las amenazas de las extorsiones
Josué*, quien fue víctima de los extorsionistas relató que en su caso los delincuentes le solicitaron un monto de 5 mil quetzales como cantidad inicial, posteriormente, comenzaron a cobrarle una cifra semanal.
Sin embargo, si los extorsionistas saben que la persona tiene más negocios cobran una cantidad semanal por cada uno de ellos.
El agobio crece cada día en la víctima debido a que se le obliga a responder cada llamada del grupo delincuencial, de no hacerlo, amenazan con atentar contra ellos, su familia o sus trabajadores.
*Los nombres se han cambiado para proteger la identidad.