La vida de Priscila Andrade Rivera, de 31 años, se vio marcada por una relación que ilustra la realidad de muchas mujeres víctimas de violencia intrafamiliar. Después de soportar años de abusos físicos y emocionales a manos de su esposo, Rudi Fernando Camajá Paz, ella decidió separarse, pero poco después murió.
El 14 de diciembre, lo que parecía ser una entrega de comida se convirtió en una pesadilla. Una discusión entre Priscila y Rudi escaló hasta culminar en un tiroteo: Rudi le arrebató la vida a Priscila.
Sus tres hijas fueron testigos del crimen:
Priscila terminó la relación para empezar de cero con sus tres hijas, de 10, 7 y 5 años, sin embargo, para evitar conflictos, accedió a que las pequeñas vieran a su padre.
Días después de su separación, ella tenía un compromiso con sus amigas, pero recibió una llamada de su exesposo pidiendo que les llevara comida a él y a sus hijas. Ella accedió, sin imaginar que lo encontraría bajo efectos de licor y drogas, fue entonces cuando la discusión subió de tono y todo terminó a balazos.
Las tres niñas estaban en un vehículo en la escena del crimen y fueron testigos de cómo su padre le quitó la vida a su mamá, pero además, vieron cómo luego él se quitó la vida.
Las pequeñas quedaron en la orfandad, a manos de la familia de Rudi.
Conozca más detalles del caso en el segmento la Huella del Crimen: