En el centro de recepción de deportados, se encuentran y se narran miles de historias de guatemaltecos que regresan con las manos vacías tras haber emprendido un peligroso viaje en busca de mejores oportunidades.
Cada vuelo que aterriza con compatriotas deportados de Estados Unidos añade nuevas memorias a los fríos pasillos del centro, donde los guatemaltecos, meditabundos, cumplen con el registro y los procesos.
Aunque muchos deciden aplicar las habilidades que aprendieron en sus comunidades natales, la preocupación por la disminución de remesas y el miedo a ser deportados persisten.