Antes de la incorporación de Cristiano Ronaldo, la Selección de Portugal tenía una historia modesta en el fútbol internacional. Aunque contaba con talentos históricos como Eusébio y había logrado un histórico tercer lugar en el Mundial de 1966, el combinado luso no era considerado una potencia futbolística. Durante décadas, su presencia en torneos importantes fue esporádica, con clasificaciones ocasionales a Eurocopas y Copas del Mundo, pero sin títulos que consolidaran su nombre entre los grandes.
Todo cambió en 2003, cuando un joven, Cristiano Ronaldo, debutó con la selección absoluta. Desde entonces, Portugal no solo se convirtió en un invitado constante en todas las grandes competiciones, sino también en un equipo protagonista. Bajo su liderazgo y entrega, el combinado nacional alcanzó la final de la Euro 2004 (jugando como local) y, posteriormente, hizo historia al ganar la Eurocopa 2016, el primer gran título en la historia del país, superando a Francia en su propia casa.
El legado de Cristiano no se detuvo ahí. En 2019, Portugal volvió a alzarse campeón, esta vez de la UEFA Nations League, consolidando una era dorada impulsada por la figura del máximo goleador histórico del fútbol internacional. Además, con CR7 en sus filas, Portugal alcanzó por primera vez las semifinales de un Mundial en 2006 desde el histórico 1966. En total, ha participado en cinco Copas del Mundo y seis Eurocopas, dejando una huella imborrable. Además, se suma el más reciente título ganado, la UEFA Nations League 2025.
A sus 40 años, Cristiano continúa siendo un referente para el fútbol portugués. Su impacto trasciende los goles y títulos: transformó la mentalidad de todo un país futbolístico, llevando a Portugal de ser un equipo prometedor a una verdadera potencia europea.