A diario, Damir, un niño de siete años camina, junto a su padre Daniel, 10 kilómetros para asistir a clases en Agua Escondida, Malargüe (Argentina).
El menor, que está familiarizado con la vida en el campo, sueña con convertirse en domador de caballos.
“Recorre el camino imaginando que es un caballo, a veces al galope, con su prestancia y su rebenque fabricado en el campo”, comentó Elisa Beltrán, maestra de segundo grado.
Damir acude a un establecimiento que también funciona como albergue. Los estudiantes pueden permanecer internados por 20 días mientras estudian y luego regresan a casa 10 días. Sin embargo, la familia decidió que el menor no quedara internado y que a diario pudiera regresar a su hogar.
Debido a que el vehículo del padre presenta problemas mecánicos, deben realizar el recorrido a pie.
“Son unos 10 kilómetros o algo más, entre ida y vuelta, por eso salen temprano emponchados con gorros y guantes. Acá en el campo todo está muy lejos, pero estamos acostumbrados, no conocemos otra vida y creo que tampoco pensamos en eso”, sostuvo la madre del menor.
Debido a que asiste a una escuela evangélica, al inicio de cada jornada hay tiempo de reflexión y oración. Damir “pide siempre lo mismo: que su papá pueda reparar algún día su vehículo”, reveló la maestra del menor.