Jayne Carpenter, una mujer de Reino Unido, perdió sus piernas y un brazo, luego de acudir al hospital por una tos persistente. En diciembre de 2020, su esposo Robert la encontró sin vida, luego de recibir un llamado de ella pidiendo que acudiera a buscar a su perro.
Esta mujer, quien era conocida por ser activa y aventurera, tuvo un radical estilo de vida, y pese a que intentó esforzarse por mantener positiva y mantener sus anteriores actividades, todo le resultó difícil por el incidente que la volvió dependiente.
Cuando en 2016, Jayne acudió al médico por una tos persistente, creyó que nada era grave.
Sin embargo, tras realizarle varios estudios, detectaron que sufría de una neumonía. Esta enfermedad es causada cuando uno o dos de los pulmones se infectan.
Y en el caso de Jayne la infección era mortal. Carpenter tuvo que permanecer dos meses en coma para palear con la sepsis.
Sin embargo, la infección terminó empeorando y algunas de sus extremidades comenzaron a sufrir necrosis. Con el fin de salvarle la vida, los médicos tuvieron que amputar ambas piernas y uno de sus brazos.
Robert, esposo de Jayne, explicó a un medio británico que físicamente su esposa consiguió recuperarse y “puso todo su esfuerzo en recuperar su vida”. La mujer incluso planeó ayudar a otras personas que atravesaran una situación similar a la suya y concientizar sobre la sepsis.
Aunque por fuera la mujer asombraba a todos, su esposo reconoce que poco a poco estaba cambiando, y su salud mental comenzó a deteriorarse.
Para noviembre de 2019, Jayne ya tenía conductas autodestructivas, pero la pandemia terminó por hundirla, pues le “impidió disfrutar de las cosas que eran importantes para ella”.
En diciembre del año siguiente, Robert encontró a su esposa sin vida, con una “gran cantidad de alcohol en su sistema”. No existía ninguna nota que indicara lo había hecho de forma intencional, pero todos coinciden que sobrevivir a la sepsis y vivir encerrada por la pandemia le llevaron a vivir momentos traumáticos.
Fuente: El Universal