Edward Martell, tuvo que presentarse ante la sala del tribunal del juez Bruce Morrow, debido a ser acusado de traficar estupefacientes. Tenía tan solo 27 años cuando conoció al juez, y ya le esperagba una condena de aproximadamente 20 años.
Según cuenta, el joven tenía varios antecedentes penales de su adolescencia, llegando a incumplir su libertad condicional y ser arrestado durante una operación antidroga en Michigan (Estados Unidos). Incluso él se consideraba una causa perdida, pero el juez Morrow lo vio como un joven inteligente.
El juez tomó una decisión que tomó a todos por sorpresa: concedió al acusado tres años de libertad condicional, y le pidió que en ese periodo iniciara con sus estudios profesionales.
Según cuenta Martell a The Washington Post, en ese entonces le “aconsejaron (estudiar) calefacción y refrigeración”, una sugerencia con una carga racista, ya que tiene un origen latino. Sin embargo, el joven soñaba llegar más alto, por lo que detuvo sus fechorías y comenzó a estudiar la abogacía.
Martell consiguió no solo entrar a la universidad, sino también tener un desempeño destacado en sus estudios. Y aunque en ocasiones era asediado por su pasado, no llegó a desviarse de su camino.
Tras años de éxitos académicos y temiendo el rechazo debido a su pasado, decidió presentar su solicitud para como abogado. Fue el mismo Morrow, junto con otros juristas quienes evaluaron sus aptitudes y tras 15 minutos de deliberación, le fue otorgado el visto bueno.
Luego de la juramentación, él y el juez Morrow se dieron un sentido abrazo en la misma corte en la que una vez estuvo a punto de ser condenado.
Fuente: Play Ground